Como sigamos etiquetando, vamos a llegar al período Jurásico en el futuro.
(1830-1886)
Considerada de gran inteligencia y de espíritu sensible, Emily Dickinson es una de las escritoras más leídas en lengua inglesa.
Su obra cubre lo que hoy sería un tópico más complejo; en nuestra era, la era del detalle, de lo bizarro, de las comunicaciones, de la revelación de la ambigüedad, de la tecnología, llegar a temas como el amor, la muerte, es demasiado ambicioso.
Los escritores de hoy se mueven entre intersticios, entre grietas del sentido, mientras que a Emily Dickinson se la leía como si en sus palabras estuviera consolidándose el poema en su ser de poema.
Teniendo en cuenta la época en que se embargó en la terea de escribir, sin visibilidad para la mujer, desarrolló su obra con el soporte de hombres que con gran lucidez, reconocieron en sus poemas el genio y la originalidad y la alentaron a insistir con su escritura, tarea que realizó en soledad y sin pretensiones de publicación. Le tocó una época en la que su valor como ser pensante era determinado por su sexo, educada en un ambiente austero, de familia religiosa, tenía una concepción personal de su valor como escritora que la mantuvo al margen de su época.
Por otra parte, en nuestra era, los Internautas son definidos por personas que mayormente miran de afuera las acciones que suponen que otros realizan a raíz de la explosión en el uso de Internet.
Internauta es un neologismo que relacionan la palabra Internet y navegante, creando una metonimia entre las actividades de las personas y el medio en donde la realizan.
Los Internautas y sus actividades son permanentemente cuestionadas, en un aspecto, necesariamente por quienes están fuera, o se sienten fuera de la influencia del medio, y se le asigna tendencias de aislamiento y capacidad de relación limitada a medios de escritura, espacios de chats, mails, blogs y las recientes redes sociales, en donde el sistema de comunicación mejora (o empeora) con la habilidad de la palabra, de la frase, de la interpretación de los tiempos actuales.
Los internautas, sufren del estigma, en la creencia de los que no se creen internautas, de tendencias al aislamiento, a volverse ermitaños y a desarrollar un obra escrita dispersa, sin reconocerse como tal, fragmentada y que dan cuenta de las inquietudes personales del internauta en cuestión.
Es exactamente la definición que le cabe a Emily Dickinson, que desarrolló su obra en un retiro de la vida en sociedad que inició a los 30 años y nunca abandonó.
Los familiares de los internautas suelen expresar preocupación porque tienden a asilarse en sus propias casas, sin diálogo con otros integrantes, inmerso en actividades que casi nadie entiende o conoce, salvo, quizás otros como ellos.
Emily Dickinson actuaba del mismo modo, circula un rumor que hasta se escondía en su propia casa de amigos o invitados.
Lo que la escritora hacía era escribir, al igual que los internautas.
Los poemas de Emily Dickinson revelaron su originalidad en transgredir la rima con versos asonantes, con pequeños poemas que llamamos sueltos, por falta de contexto o definición, con un vuelo poético que no les permite pasar como frases inteligentes o sin sentido.
Escritos en unas pocas combinaciones de versos yámbicos, cortas estrofas, con palabras de apariencia sencilla pero de gran desarrollo semántico que fueron la prefiguración de la poesía moderna.
El Yambo es una métrica constituida por una sílaba breve y otra larga, una sílaba acentuada, la otra no, que es considerada una forma parecida al habla, lo que sería una indicación de la autora de mantener la apariencia del disfraz del poema como algo cotidiano, como si fuera una cadencia del habla.
La poesía yámbica era común en canciones que tenían que ver con contenidos religiosos como un modo de transmitir al pueblo el sentido del culto mediante en encantamiento poético.
Teniendo en cuenta que leemos una traducción, en donde la métrica está posiblemente alterada, aún así leyéndola en voz alta puede entenderse la euritmia, la regularidad en el pulso de las frases.
No era la muerte
No era la muerte, pues yo estaba de pie y todos los muertos están acostados, no era de noche, pues todas las campanas agitaban sus badajos a mediodía, no había helada pues en mi piel sentí sirocos reptar, ni fuego pues sólo mis pies de mármol podían helar un santuario, y sin embargo, se parecían a todas las figuras que yo había visto ordenadas para un entierro, rememoraba el mío, como si mi vida fuera recortada y calzada en una marco, y no pudiera respirar sin una llave, y era como si fuera medianoche, ciertas. Cuando todo lo que late se detiene y el espacio mira a su alrededor la espeluznante helada, el primer otoño que llora repele la apaleada tierra, pero todo como el caos interminable, insolente, sin esperanza, sin mástil, ni siquiera un informe de la tierra para justificar la desesperación.
Con rasgos de elegía, épodo yámbico o estrofas cortas, el trímetro yámbico con acento a intervalos regulares que le dan al texto su especificación fónica con tendencia a acoplarse al habla natural.
En este, uno de sus textos más famosos, se puede ver el preciosismo y la originalidad más allá de la forma métrica, en la textura poética, hay un sobre relieve del sentido del sonido (badajo de campanas), de impacto en el tacto, piel, reptar, fuego, respirar, late, helada, como un elemento de confirmación y rechazo hacia la muerte, tema recurrente en su obra.
El elemento de narrador en primera, mis pies, yo había visto, y la idea de relato desde el más allá (rememoraba el mío), en referencia a un entierro ya ocurrido, son algunos de los rasgos que luego llevarían a los textos actuales.
Para aquellos que les gusta ver fantasmas en las conducta de los internautas, sería interesante reflexionar sobre conductas como la de esta autora, que a pesar que en vida sólo publicó no más de 6 o 7 poemas, pues su obra comenzó a conocerse a su muerte, no fue una vida infértil o desperdiciada.