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Del mismo modo en que un gen, conforma la unidad de estudio del genoma humano, la literatura ha tomado la palabra genoma para su equivalente literario, con la unidad palabra.
El proyecto intenta identificar aspectos de textos literarios y escritores famosos; analizar componentes lingüísticos, características fónicas, temas y recursos literarios, con la ayuda de la computadora, programas especializados y la colaboración de editoriales y Google, que aportó al proyecto millones de libros escaneados.
El proyecto, que como todo intento de explicar el arte, o encontrar la fórmula del éxito, tiene sus detractores, por el momento encontró apoyo en la comunidad científica; investigadores, escritores, editoriales que participan activamente en la propuesta.
Algunos reducen el objetivo del proyecto a la función de la recomendación de libros, con origen en la base de datos que colecta preferencias de lectores, sin embargo, opino que es una versión ingenua del propósito.
Estamos diciendo que con la ayuda y aporte de los lectores, el dispositivo de lectura y preferencia será desentrañado, bajo el peso de la función estadística de la simple mayoría.
No sé por qué cuando se habla de “mayoría” en dispositivos de lectura, siempre me parece, no sólo sospechoso, sino peligroso también.
Ya estamos sometidos a la dictadura de los textos que publican las editoriales basadas en el mismo concepto. La edición de cada libro es tan mínima para los buenos libros que sería casi una invitación a escanear libros en forma ilegal para poder leer lo que nos recomiendan personas en las cuales confiamos por sus criterios de lectura.
Lo que hasta ahora se consigue con una lectura atenta, placentera, cuidadosa, o con asistir a charlas literarias, o crítica literaria, serán conceptos organizados por un programa que fijará el aparato de lectura basado en las estadísticas de la masa.
La idea, para mi, es bastante clara, cuando se intenta generar procedimientos que automatizan los dispositivos de lectura, es porque se espera con ello organizar el artefacto de publicación, lo que en concepto editorial significa venta masiva asegurada.
De lo que se conoce del proyecto Genoma literario, lo que se analiza tiene que ver con el tema, el lenguaje, el estilo, los personajes, el conjunto de semas que generan adicción, como el tipo de palabras que se repiten externas al medio que las genera, como por ejemplo la frase: “Tócala de nuevo Sam”, de la película Casablanca que ya es casi un sustantivo común.
Se ha adelantado que los textos se clasificarán en porcentajes de temas, y con ello, de sub temas y sub conjuntos de temas y así, dependiendo de la cantidad de aspectos del género del texto; por ejemplo se podrá saber si el libro es un tanto por ciento de policial, otro tanto por ciento de suspenso, y así, el lector podrá elegir, usando esa preselección.
En otras palabras, el proyecto pretende construir la ecuación de lectura, y de ello a pensar en el proceso inverso, o sea reingeniería de procesos, no es difícil deducir que es en realidad la ecuación de escritura.
Aunque soy una entusiasta de toda idea que se genera con la ayuda de los medios que permiten colectar datos masivos y procesarlos en provecho de algún objetico, económico o no, este proyecto más allá del desafío intelectual, no deja de parecerme peligroso, aunque la ciencia nunca ha retrocedido frente a las aprehensiones de nadie.
Mi comentarios no devienen de negarme, sino de no dejar de observar que es un mecanismos de dominación de los dispositivos de lectura. Las motivaciones comerciales, son claras, y lamentablemente, cuando algún proyecto convoca a medios económicos poderosos, además de tecnológicos, los resultados o acciones resultantes se alinean detrás de desiciones económicas, más que de calidad o desarrollo del criterio propio.
Observo con admiración la propuesta de conocimiento, con prevención la de los objetivos y con temor la de resultados.