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Llegó el futuro, sólo que no lo encuentro.   por    
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Estilo 3/13/2015 8:58:44 PM
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Dónde van a parar los recuerdos
Altillos, buhardillas, desvanes han desaparecido, con ellos se ha ido la melancolía.
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Tags ciudades sin buhardillas ciudades sin pasado desvanes vida bohemia
 
Parte del patrimonio familiar depend??a de tener los muebles y secretos de la abuela ocultos en el desv??n, ahora, que han desparecido, tambi??n desapareci?? ese pasado.
 

Es falsa la idea de que el recuerdo no ocupa lugar. Lo que pasa es que ese lugar no existe en las ciudades.

Antes, existían las buhardillas, donde iban a parar recuerdos y artistas, quien no soñó alguna vez con la vida bohemia, durmiendo en buhardillas por las que entra el sol en una ventana oblicua de cara a la luz.

En las buhardillas se han encontrado obras maestras, objetos que poco se conocen como los Bibelots, esos cuadros tejidos tan caros y difíciles de ubicar en una pared si no se tiene un castillo.

En los altillos se guardaba todo lo que parecía viejo hasta que se transformaba en antigüedad, mientras, esos objetos vivían una vida de recuerdos, de nostalgias, de historias que sin ellos se van perdiendo.

No era meramente un almacén de muebles y objetos en desuso, era un espacio de recuerdos, de historias, de pasado, autorretratos inmortales de lo que construyó el futuro.

Ya no hay altillos, buhardillas, desván o depósito de trastes, no hay historias, no hay dónde alojar fantasmas.

Esos muebles viejos, pasaron a formar parte de un patrimonio ecléctico, como las bañaderas antiguas que hoy se ven como alojamiento de plantas.

Estos vestigios se convierten en paseos turísticos que pocos aprecian, están a la vista, pero nadie conoce sus historias.

En el Palazzo Farnece, en Roma, a los costados, en la fachada de Miguel Ángel, hay una estatura que estaba oculta en un altillo, ahora a la vista de todos, nada de reservar sus recuerdos en un espacio cerrado, sino que están allí, desnudos.

Esos antiguos objetos, algunos desnudos, esparcidos por ciudades importantes, son los mudos testigos de una época en la que los recuerdos se atesoraban en desvanes, eran parte del patrimonio de una familia, significaban un pasado, quizás glorioso, será por eso que las épicas familiares han perdido su importancia, no había dónde almacenarlas, las ciudades han perdido la capacidad de almacenar recuerdos, las buhardillas han desaparecido.

Demasiado futuro hay en esa ausencia.

 

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