Hojas, sombras y tabla
fueron trinidad de otoño
y dientes de una sierra
que troceó melancolías.
Mesa, sangre y sepia
dejaron muescas colgadas
y un laberinto minúsculo
donde guardar la ternura.
Trazo, textura y pliegues
hicieron el juego pulcro
de una canción marchita
y barrieron sus perdones.
© Alfredo Cedeño
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