Sus trajes de bailarinas fueron saltando de rama en rama
contorsionándose con pericia y sagacidad de hembra libre,
fue un requiebro matutino de salaz olor encendido
cual mastín femenino que embiste y revuelca pudores,
es una oleada de traqueteos enlazando delicados hilos
de feroz vagabundear como pequeños coitos vegetales.
© Alfredo Cedeño
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