Bajo una lluvia de tropezaduras
el amparo brotó inesperado,
sus impecables nervaduras
rompieron una cadena trastabillante,
se acabó el momento desolado
en tersos gestos sin amarguras,
y libre de saltos o rumbo arrogante
le llegó el guiño siempre esperado.
© Alfredo Cedeño
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