Como volver al vientre, un espacio propio, puro pensamiento y recuerdos, el sucucho es el ambiente que elige el personaje de la novela de Eduardo Masullo luego de abandonar su familia; aunque para él, antes fue abandonado, por los gestos, por la indiferencia por una vida paralela en la que su familia circula, volviéndolo invisible.

En este refugio, el personaje revuelve clavitos en la boca, que son como un hilo de Ariadna de pensamientos y recuerdos. El protagonista es zapatero, único nexo social que lo vincula con el mundo de afuera del sucucho.

Escrita en primera persona y por la problemática que el personaje plantea, se podría pensar esta novela como el derrotero del alter ego del autor, reflexiones y evocaciones construyen una realidad alterna en donde la línea discursiva no pretende responder preguntas, sino plantear la perplejidad con que los acontecimientos impactan en una vida que se ubica a sí misma en el nivel de la superficie de la calle, a la altura del piso, y construye desde allí una existencia.

El protagonista organiza su mundo interior sin pretender dejar señales, se ocupa de arreglar zapatos, se vincula con las personas desde esa parte de la vestimenta, que es obligatoria en las personas, que los protege de la superficie peligrosa del mundo apenas por la suela, y que el protagonista usa como un modo de asirse a ese mundo que por diferentes razones lo ha dejado afuera.

La edad del protagonista apenas parece una excusa para plantear un escenario donde las palabras destinadas a la comunicación que tienen que ver con amistad, pertenencia, afecto, estuvieran esquivándolo, no le están destinadas; el diálogo con la familia, comenzó a dejarlo al margen con el único efecto de convertirlo en un obstáculo; hasta que el protagonista decide sacarse a sí mismo del medio, excluirse, aislarse; y su familia ni siquiera se inmuta por la respuesta a una indiferencia que la cotidianeidad ha terminado por volverlo intangible antes de desaparecer físicamente hasta encajar en el sucucho.

El texto se convierte en un diálogo consigo mismo sobre diferentes aspectos de la amistad, el compañerismo, el contexto de la vida.

Un texto reflexivo que revela una personalidad peculiar del personaje sumergida en un contexto social y personal doméstico, usual, común, que por arte de la escritura convierte pequeños fragmentos de momentos, diálogos, sucesos, en un documento emotivo, fuera de la lógica del tiempo que se ha quedado detenido entre pensamientos dentro de un recinto, aparentemente, oscuro, obsoleto, como es el taller de arreglar zapatos.

El contraste entre el ambiente reducido al que nos invita la palabra sucucho, a la cornucopia de anécdotas y palabras que se evocan, reflexiones sobre el pasado, presente y futuro, dan cuenta de una interesante narración y registro discursivo jubiloso que contrasta con la palabra jubilación, estado en que el personaje comienza a vivir otra forma, hacia adentro, desde sus pensamientos.

El relato de Eduardo Masullo de la mano de este personaje se convierte en un ameno transcurso del tiempo, sin tiempo, precisamente, trayecto de pensamiento y obra, una novela que se disfruta con una lectura ágil, abierta, sin las oscuridades que el título de la obra propone.

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Ana Abregú.

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