La cultura y la pintura
Silvia Albuixech artista plástica
Arte abstracto

La sentencia de dividir el mundo de los que entienden a los que no entienden, es una opción usual en casi todos los órdenes, es como una grieta que deja de un lado a unos y otros, al arte mismo, aplica igual; sacudirse los moldes coloca a los artistas plásticos en el conflicto de la incomprensión.

El artista es siempre un forastero, afirma el crítico de arte Herbert Read, una característica del artista es precisamente no encajar.

Es un camino arduo; la cultura ha colocado como canon modelos de referencia, desde que el mundo el mundo, desde que se encontraron las manos en la cuevas de Altamira, pinturas que en arte que se consideran las más antiguas del mundo, el arte no deja de cambiar sus objetivos y sacudirse de clasificaciones.

También es común distinguir a los artistas por su obra en tanto moda, o técnicas, o complejidad de interpretación, lo cierto es que a los artistas plásticos se les complica lo contemporáneo, la interpretación de la obra en su propio tiempo.

Y en cada época, hay obras que destacan, se imponen, encuentran una nueva forma de expresar sus significados.

La obra de Silvia Albuixech, en la sección Espacio pictórico, cuenta con una interesante reflexión sobre la intervención del mundo de las máquinas, las texturas, los cuerpos.

La mujer, protagonista de su tiempo, la mujer que enfrenta las imposiciones, que se yergue en medio del sometimiento de la sociedad, el cuerpo, el entramado.

Con rigor y seriedad esta artista administra el color con la profundidad del proceso transformador de la trama del propio color, la consistencia del color y el mundo de formas femeninas que no deja el horror de lado.

En términos de elementos, la representación del universo femenino en intersección con elementos de maquinaria, o texturas y elementos de confección, botones, pinzas.

Hay una mujer de su tiempo que recrea la mística de la moda, la comodidad y el flagelo de la moda; el impacto del mundo hacia la mujer y la mujer impactando el mundo.

El objeto de referencia, la mujer, revela una sentencia: sustancialmente nunca está bien vista, el cuerpo representado por elementos del mundo en que la mujer se ve inmersa, trama de ropa, botones, y espesura; hay una idea, una forma de mirar; la obra se enfrenta a una violencia oculta, en los pliegues de los brazos, hay un asedio del espanto.

Hay una mujer erguida a pesar del dolor, el maltrato, y la mirada del espectador. Los cuadros de Silvia Albuixech enfrentan al espectador expuesto en sentidos sanguíneos ante la imagen de poder y espanto, femeninos.

La lectura de esta obra no tiene fin, la artista plástica no es un producto de su época es la trayectoria de una construcción e impacto plástico.

La artista Silvia Albuixech destaca en premios en diversos géneros, el muralismo es parte de su interés, como las grandes artistas contemporáneas.

La obra produce un diálogo con el mundo masculino, representado en maquinarias y objetos de índole masculino, motos, revólver, espacios donde la mirada femenina es revelada como intrusa.

Una artista de su tiempo, que intercepta con una mirada femenina y contundente.

 

 

 

 

 

 

 

 

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