Fake news
Danilo Albero Vergara Escritor argentino
Literatura latinoamericana, ensayos literarios, relatos, literatura hispanoamericana

A finales de junio pasado la Biblioteca Nacional de España inauguró una muestra que lamento no poder visitar: Noticias verdaderas, maravillosos prodigios; selección -a ser digitalizada- de documentos, periódicos y revistas de bibliotecas y colecciones privadas de la península, que tratan de la evolución en la difusión de noticias.

La transmisión de noticias y sucesos relevantes es parte de la naturaleza humana, el Homo sapiens ha sido y es un Homo narrans y, a partir de la invención de la escritura, también un Homo legens; porque partir de la edad moderna la difusión de información se sistematiza y se torna accesible través de la imprenta; y los siglos XVI y XVII, marcaron el nacimiento del periodismo tal cual lo conocemos hoy. El detalle interesante de esta muestra de la BNE es que revela cómo la divulgación de verdades y mentiras son hermanas gemelas, según la comisaria, Nieves Pena: “Ya tenemos fake news en el siglo XVI y XVII. Así, en la exposición pueden verse noticias publicadas en España que nunca fueron tales, entre otras: la victoria de la Armada Invencible”; también artículos sobre monstruos que sustentan narraciones relacionadas con descubrimientos o hechos extraordinarios ligados con acontecimientos políticos, victorias y derrotas militares. Junto con la información nace la desinformación, y esta última hace también a la ficción y la narrativa.

Porque verdad y mentira tienen rasgos que concuerdan, el porte, el modo de andar y el gesto, las contemplamos con los mismos ojos y una no existe sin la otra; no sólo somos débiles ante el fraude sino que, también lo buscamos e incitamos para que nos atrape, como las sirenas con su canto. Y esta faceta del ser humano marca, ya para Aristóteles, la diferencia entre historia y poesía, quizás también el origen de las fake news.

Fake news, sustantivo y adjetivo aceptados universalmente en su idioma original y que todo el mundo identifica sin traducción. En inglés el término cuenta con entrada específica en diccionarios británicos y estadounidenses, entre otros: Merriam-Webster, Cambridge Dictionary, Collins Dictionary y American Heritage, todos con la definiciones ya conocidas y que, en muchos casos, rodean lo ambiguo en cuanto a sus límites y alcances.

Sin embargo, en 2018 el Urban Dictionary, se encargó de clasificar las fake news y acotar sus límites “morales” -suponiendo que la inmoralidad pueda ser delimitada al igual que una geografía- casi como si fuera la Poética de Aristóteles. La definición planteada, quizás la más abarcadora de todas, por el Urban Dictionary es: “Noticia distribuida por medios periodísticos, redes sociales o Internet y que implica algún tipo de deshonestidad, generalmente a los fines de promover una posición o agenda política”. Voy a las categorías en que se clasifica las noticias falsas:

Mentira pura (Outright lie); Mentira por omisión (Lying by omission), la exclusión deliberada de información en una noticia; Mentir por la estructura -narrativa- (Lying by structure), el posicionamiento deliberado de la información crítica al final de un informe, lo que hace que muchas personas no escuchen o lean la noticia completa; Furia selectiva (Selective outrage), informar deliberadamente sobre un evento que manifiesta una posición conflictiva, e ignorar eventos simultáneos, quizás más importantes, que repudian esa posición; Apelación emotiva (Emotive appeal), presentar una noticia buscando manipular emocionalmente a la audiencia en lugar de focalizar en los hechos objetivos de la situación; Retractación oculta (Hidden retraction), un medio emite una información que es falsa y luego se retracta y la rectifica, pero de manera tal que menos personas de las que vieron la noticia original verán la corrección. Todas estas variaciones de las fake news, las alejan de la veracidad informativa, tanto como la acercan y hermanan a la ficción.

En Los tres mosqueteros, el cardenal Richelieu, sale bastante mal parado en cuanto a su catadura moral; si bien, como era normal en la época, fue pródigo en arbitrariedades y crueldades, no llegó a los niveles crematorios de la Santa Inquisición y dejó su huella, que perdura hasta hoy, en la educación artes y cultura francesa. Los ocupantes alemanes cometieron arbitrariedades y destrozos durante la Guerra Franco Prusiana, pero no como los narra Maupassant en La señorita Fifí o Bola de Sebo, aunque solo otro francés pudo retratar a un metódico e imperturbable gentleman como Phileas Fogg, o un pragmático ingeniero yanqui como Cyrus Smith.

Ya en Poética, Aristóteles explica que narradores y plásticos pueden representar a los hombres iguales, mejores o peores. Además: “Pues el historiador y el poeta no difieren porque el uno utilice la prosa y el otro el verso (se podría trasladar al verso la obra de Heródoto, y no sería menos historia en verso que sin verso), sino que la diferencia reside en que el uno dice lo que ha acontecido, el otro lo que podría acontecer”. Ya desde estas precisiones se puede rastrear el nacimiento de las fake news, como un procedimiento narrativo.

Veinticuatro siglos después de Aristóteles, las definiciones del Urban Dictionary, parecieran confirmar sus postulados. Y lo ratifica el Eclesiastés: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay de nuevo debajo del sol”.

 


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