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DaniloAlberoVergara 9/27/2023 9:07:05 AM
DaniloAlberoVergara
El cómic argentino en Astérix
Danilo Albero Vergara Escritor argentino
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Literatura latinoamericana, ensayos literarios, relatos, literatura hispanoamericana
 

Leí las veinticuatro aventuras de Astérix en Brasil, a mi regreso los volví a comprar en Buenos Aires en una edición española; la traducción me pareció mala, con respecto a la brasileña y me deshice de ella. Hace seis años, como librero obsesivo, los importé en francés para leerlos comme il faut, y los devoré.

Durante el encierro de la pandemia los releí y llené de anotaciones, ahora comparando los años de producción de esta serie -1961 a 1979- con sucesos de la guerra fría y la situación cultural de Europa, en particular Francia, ante el avance del american way of life, parte de la ofensiva del Plan Marshall para estabilizar Europa dentro de los conflictos con la Unión Soviética y defender a Inglaterra y los Estados Unidos de probables ataques rusos. Los tres países claves de esta campaña fueron Alemania, Francia e Italia; el primero no fue problema, sufrió la retaliación soviética cuando su derrota en 1945; el obstáculo era Francia e Italia, donde los partidos comunistas habían sido activos participantes de la resistencia y gozaban de un sólido prestigio entre intelectuales y artistas.

En algún momento de mis relecturas lo comenté con un amigo de Mendoza, con quien compartimos, hace décadas, charlas y lecturas que me dijo que tenía la idea de que una filial de la aldea de la antigua Armórica, hoy Bretaña en la costa del Canal de la Mancha, estaba en Argentina y me dio sus fundamentos. A principio de este año, o mediados del pasado, me avisó que había salido una traducción nacional, reputada de excelente, y de común acuerdo empezamos a releer toda la saga de Albert Uderzo y ‎René Goscinny como guionista, quien vivió con sus padres en Buenos Aires entre 1922 y 1945 y se recibió de bachiller en el Colegio Francés. De Argentina se llevó dos recuerdos, las lecturas de las aventuras de Patoruzú y el amor por el club Racing.

Volviendo a la guerra fría, las respuestas literarias tuvieron dos tintes a entrambos lados del Canal de la Mancha, las aventuras del galo y las de James Bond. Un suceso de ventas con una continuación hasta el presente en forma de películas; es un mensaje ideológico descarado de neto contenido anticomunista y antisoviético, saga que entró en la cultura universal con las aventuras del doble o seven, cuyas novelas fueron publicadas entre 1953 y 1966.

Ya los primeros veinticuatro números de las aventuras de Astérix son una respuesta en clave literaria y humorística al avance de la influencia del american way of life que, en la música, estaba presente desde los ‘20 a través del Jazz, símbolo de la resistencia antifascista; en literatura con la obra de Dos Passos, Steinbeck, Faulkner, Fitzgerald y Hemingway.

En el arte, el desembarco del american way of life, llegó de la mano de la estrategia del senador McCarthy, apañada por el presidente Truman y el senador George Dondero. Perverso uso del arte porque, en los tres, las cavernícolas opiniones sobre el arte moderno parecian calcadas de las de “arte degenerado” (Entartete Kunst), cara a los nazis; pero usaron el arte moderno como un arma nuclear y lograron su objetivo; entre 1951 y 1956, la vanguardia norteamericana se logra imponer en Europa cuando la obra de Pollock, Koonig y Rotkho, en las que no se reconoce forma alguna, empezó a hacer sentir su influencia en Francia; en los decires del crítico Serge Guilbaut “Nueva York robó la idea de arte moderno”, pasó a ser su Meca, y así continúa hasta hoy.

Es en estas circunstancias que nace Astérix. En 1959, el publicista François Clauteaux confió a Goscinny y Uderzo, la sección de historietas de la nueva revista que acaba de crear. Uderzo y Goscinny, luego de propuestas, ensayo y error, decantaron por los galos, personajes que nunca habían sido representados en comics. Goscinny imaginó al héroe Astérix como un guerrero astuto y pequeño con ingenio e inteligencia que, para ser equilibrado desde el punto de vista narrativo, necesitaba un camarada que difiriera en sagacidad y físico, Obelix; y aquí entra la influencia del comic argentino.

De sus años en Buenos Aires quedaban en la memoria de Goscinny, la lectura del Patoruzú de Dante Quinterno, y el casco con alas de Astérix, inspirado en la pluma del cacique tehuelche, al igual que esta, revelan su estado de ánimo; erguidas representan entusiasmo, caídas, derrota circunstancial. El panzón Upa dejó su impronta en el físico de Obelix, cuyos pantalones a rayas celestes y blancas verticales son un homenaje a Racing, el club de fútbol por el que hinchaba Goscinny. Los dos camaradas, Astérix -con su fuerza potenciada por la poción mágica del druida Panoramix-, viven sus aventuras luchando contra los romanos y los godos, recorriendo el mundo antiguo: Bretaña, Grecia, Hispania, Helvecia, Córsega, Egipto y América, satirizando sus costumbres desde una visión francocéntrica.

En este periplo, quizás una de las respuestas culturales más evidentes al ataque del american way of life sea la quinta aventura, La vuelta de la Galia (Le Tour de Gaule, 1965 ), en ella, los dos amigos, para desafiar a los romanos que han levantado alrededor de la villa una alta cerca, escapan, recorren el país y traen de cada región, una comida o bebida típica, clara respuesta a las cadenas de Mac Donald’s y la Coca Cola -hasta el día de hoy Francia es el país que mantiene una severa militancia popular a este avance “gastronómico”.

Queda mostrar las claves culturales -contemporáneas y fonéticas- que aparecen en los nombres de los personajes y son incontables. El primero que me acude es la esposa del vendedor de pescado de la aldea, Ordralfabétix (orden alfabético), Iélosubmarine -por Yellow Submarine, la canción de los Beatles.

Otro código, el manejo de la cultura romana y el latín del lector francés de la época; a lo largo de las aventuras abundan citas en ese idioma. Y, en la segunda entrega, La hoz de oro (1962), está la primera mención más contundente de este conocimiento, cuando el centurión a cargo de Lutecia, descubre, junto con Astérix y Obélix, que el prefecto, ayudado por su cómplice galo, es el jefe de la banda de ladrones de hoces de oro y éste reconoce su culpabilidad, le pregunta: “¿quis, quid, ubi, quibus auxiliis, cur, quomodo, quando?” (las siete preguntas de las circunstancias retóricas de Quintiliano: quien; qué; dónde; con qué ayuda; por qué; cómo; cuándo); a lo que el prefecto responde “acta est fabula” (la historia ha terminado, frase de cierre en las comedias romanas).

Quedan las razones y fundamentos de mi amigo, que una filial de la aldea de la antigua Armórica está en Argentina. Cuando avancemos y terminemos con las veinticuatro aventuras del galo y veamos de hacer un trabajo en conjunto, el volverá sobre el tema.





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